martes, 28 de agosto de 2007

VEXATIONS

Se deja caer por la ladera de un altozano exiguo, casi sin espinillos, el precario señor, saco lleno de liendres y suciedades añejas.
Sabe que en el padecimiento están sus deleites,
en el estancar sus orines en la extenuada vejiga. Rebota y sonríe complacido a cada diente despedido por los porrazos que le propinan los inmóviles pedruscos del montículo. Espera con sed morbosa el final de su vertiginoso recorrido por la pendiente. Se acepta laxo y húmedo, tal como será una vez llegado al pie, fantasea con las faldas de una enfermera gorda como una cuba. Lo envuelven el rencor y el embeleso como un poncho amargo. Regresará para ser un trozo de músculo blando recostado en un camastro, recorrerá los gemidos de un violín arrullado en su tortura pomposa. Se calzará el bombín y con un ojo morado y eclipsado por la inflamación se ahogará lentamente y sin cobardía en sus efluvios malsanos, como quien no quiere la cosa.

1 comentario:

Sebastian Carignano dijo...

Me embriago de ganas de ver como se posa una botamanga fantasma en el brocal talcoso de tu boca, se zambulle con bulla por los colgajos de tu sub patania, licuando los desmedros de glicoles sofocantes y arrechupletando con las medulas bejigas arrancosas y salivares dichosos de espuma abigorniante